Sindrome mínimo de valor máximo

EL VALOR DE LOS SINTOMAS.
EL SINDROME MINIMO DE
VALOR MAXIMO
EL VALOR DE LOS SINTOMAS

La consulta homeopática tiene por objeto:

1.- La observación de los síntomas.
2.- La comprensión de los síntomas.
3.- La verificación de los síntomas.
4.- La selección definitiva de los síntomas.

Hering (1833) respecto del cuadro clínico dice que hay que escuchar, escribir, preguntar, coordinar. ¿Qué síntomas tienen importancia para los homeópatas? No son precisamente los síntomas de la enfermedad, los patogonómicos, sino los propios del individuo y entre estos los más característicos, los más inopinados, los más extraños a la enfermedad que sufre el paciente.

PARÁGRAFO 153
“La comparación del conjunto de los síntomas de la enfermedad natural con la lista de los síntomas patogenéticos de medicamentos bien experimentados es y es útil repetirlo, la condición siné qua non para encontrar entre estos últimos, una potencia farmacodinámica semejante al mal a curar. Pero es necesaria, sobre todo y casi exclusivamente, en la búsqueda del remedio homeopático específico, atenerse a los síntomas objetivos y subjetivos característicos, los más llamativos, singulares, raros y peculiares. Son éstos principalmente los que deben corresponder a los síntomas muy semejantes del grupo que pertenece el remedio a encontrar, para que éste último sea el que conviene mejor a la curación. Por el contrario, los síntomas comunes y vagos como los malestares, el cansancio, la cefalea, la falta de apetito, un mal dormir, etc., merecen poca atención, sea a causa de su carácter banal e impreciso, sea también porque se los encuentra en casi todas las enfermedades y en casi todos los medicamentos.”

Estos síntomas raros y extraños tienen la característica muy especial de ser un poco absurdos, inesperados o contradictorios, sin explicación lógica ni fisiopatológica conocida.

Cualquier clase de síntomas puede entrar dentro de esta categoría, ya sean mentales, generales o particulares, y en tal caso, adquieren el derecho al primer lugar dentro de su sector.

No deben confundirse estos síntomas raros con los “key notes” o “síntomas claves”, que lo son, y muy destacadamente de un solo medicamento. Un síntoma puede ser al mismo tiempo “key note” y un síntoma raro, aunque esta coincidencia es poco común, por ejemplo: “No puede orinar si hay alguien cerca, o en un baño público” de Natrum Muriaticum. Pero, no necesariamente es así; la mayoría de las veces, el “key note” no es un síntoma raro.

Los síntomas mentales son los más importantes, siempre que sean los más característicos y entre éstos los de mayor jerarquía son los del área afectiva, le siguen los de la voluntad y de la inteligencia.

CLASIFICACIÓN DE LOS SÍNTOMAS MENTALES

1º Síntomas que expresan de manera más intensa al ser humano; estos son los relativos al instinto de conservación, suicidio, ideas de muerte, disgusto de la vida, indiferencia a todo.
2º Síntomas producidos como reacción a emociones: conflictos morales, penas, vejaciones, mortificaciones, indignación, cólera, amores contrariados y sus consecuencias. Estos síntomas son menos importantes que los primeros, porque constituyen reacciones a estímulos externos, en cambio los primeros son estados del ser.
3º En esta categoría se ubican reacciones que también son un estado del ser, en el que el intelecto no juega ningún rol, o uno muy restringido. Como no producen trastornos tan manifiestos en la salud del individuo (como los del rubro anterior), sino que tienen efectos más agudos y menos prolongados se colocan en tercer lugar. Estos son los síntomas debidos al miedo, a la angustia, a la ansiedad.
4º Violencia, irritabilidad, impaciencia.
5º Tristeza, llantos, efectos del consuelo.

Para que estos síntomas tengan valor, deben en lo posible poseer una modalidad. Carecen de valor aislados o tomados solos. Pero cuando son manifiestos, coloreados por una modalidad, asociados o en correlación con otros síntomas, constituyen el esqueleto del caso y la base para la prescripción. Adquieren especial importancia cuando son muy marcados, cuando están ligados y guardan estrecha relación con el origen de la enfermedad, cuando han condicionado un cambio de vida y cuando constituyen el engranaje que impulsa la vida.

Un síntoma merece real valor y merece ser tomado en cuenta, cuando es posible caracterizarlo y jerarquizarlo mediante la mención, por parte del enfermo, o la comprobación durante el examen del mismo, de la provocación en su aparición (o en su desaparición) o de las modificaciones que sufre en el sentido de una agravación o de una mejoría cuando ya existe, por uno o más factores externos o internos.

A.- FACTORES EXTERNOS
1.- ATMOSFÉRICOS O METEOROLÓGICOS
· Temperatura: calor, frío (seco o húmedo), calor de la cama, de la habitación, del sol, etc.
Cambios de temperatura. Extremos térmicos.
· Tiempo: humedad, viento, sol, luz solar. Fases lunares, luz lunar, tormenta.
· Aire: aire libre, aire de mar o montaña. Ambientes cerrados, sótanos, corrientes de aires.
2.- FÍSICOS Y MECÁNICOS:
Tacto, presión, sacudidas, taconeo. Frotación, masajes. Luz artificial, oscuridad. Olores,
perfumes. Ruidos, sonidos, piano, música. Viajar, andar a caballo.
3.- AMBIENTALES O SOCIALES:
· Emocionales: Ira, mortificación. Susto, ansiedad. Malas noticias. Disgustos. Represiones,
frustraciones, etc. Consuelo.
4.- HIGIÉNICOS:
Ropa, estrecha de lana. Baño, baño de mar, mojarse, baño frío o caliente. Lavar, lavarse la
Cabeza. Recortarse el cabello.
5.- DIETÉTICOS:
Alimentos, pensar en comidas, verlas, olerlas. Alimentos o bebidas frías o calientes. Por leche,
dulces, fruta, grasas, pescado, etc.
6.- VARIOS:
Horarios. Estaciones del año.
B.- FACTORES INTERNOS
1. FISIOLÓGICOS: En ayunas. Comida (desayuno, almuerzo, cena) (antes, durante y después).
Sed, beber. Dentición. Inspiración. Expiración. Sueño (durante o después) prolongado siesta.
Transpiración (durante o después). Defecación (antes, durante o después). Menstruación
(antes, durante o después). Embarazo. Amamantamiento. Coito (durante o después).
Esfuerzos. Pensar. Hablar. Reír, llorar.
2. PATOLÓGICOS: Descargas, secreciones. Tos, estornudos. Constipación. Diarrea.
Vómitos.
3. GENERALES:
· Movimientos: sentarse, sentarse de estar acostado. Pararse. Agacharse. Levantarse de estar
agachado. Levantarse de estar acostado. Acostarse. Correr. Caminar (despacio, ligero).
Ascender. Descender. Al comenzar el movimiento. Al proseguir el movimiento. Por el
movimiento. Al darse vuelta en la cama. Al mirar hacia arriba, hacia abajo, a los costados. Al
girar la cabeza.
· Posiciones:
Acostado: de costado derecho o izquierdo. Boca abajo. Boca abajo con rodillas flexionadas.
Boca arriba.
Sentado: erguido. Inclinado hacia delante. Abrazando las rodillas flexionadas. Boca arriba.
Parado: estirado. Encogido o doblado. Arrodillado.
Los síntomas generales (incluyendo los síntomas mentales) adquieren la mayor importancia
en la Jerarquización del cuadro clínico si son muy marcados, especialmente cuando ellos denotan
un cambio de mentalidad o sensación debido a la enfermedad.
Las desviaciones de lo que es normal en la raza pueden tener importancia y más aún las
desviaciones de lo que es normal para el individuo (raros, extraños, peculiares).
Por ejemplo, el paciente dice: desde que estuve enfermo soy terriblemente friolento o no
puedo tolerar el calor. He desarrollado aversión a la leche o apetencia por dulces, por sal, etc.
Deseo bebidas caliente, me aterra la oscuridad, o el encierro o la altura, tengo miedo de
envenenarme con las medicinas.
Cuando son referidos espontáneamente por el paciente los síntomas adquieren mayor
jerarquía en el cuadro clínico.
Especial importancia tendrán los síntomas mentales cuando constituyen:
1. SÍNTOMAS ETIOLÓGICOS.
2. SÍNTOMAS SOBREVENIDOS CON LA ENFERMEDAD.
No se deben tomar en consideración los síntomas mentales constitucionales o los adquiridos por
imitación en un contexto familiar, cultural, religioso o sociopolítico.

LO DIGNO DE CURAR
El objetivo esencial del médico homeópata es hallar la clave mórbida, el núcleo dinámico del caso personal que tiene delante. Esta clave del caso es lo que el médico debe conocer y comprender como el trasunto de la totalidad del enfermo, el terreno mórbido constitucional, el problema fundamental del conflicto de inadaptación, el estado de ánimo característico del paciente, aquello que le hace decir a Hahnemann que ningún diagnóstico homeopático es el simillimum, si el medicamento no tiene el genio mental del enfermo, es decir, su personalidad caracterológica.

La totalidad de los síntomas que caracterizan esas reacciones o susceptibilidades primarias, puestas en manifiesto a través de su carácter, sus afectos, sus odios y aversiones, sus hábitos, su género de vida, sus accidentes emocionales y patológicos dan la imagen histórica de un proceso dinámico que ninguna investigación anatomoclínica, por moderna que sea, nos podría entregar.

Es a esta síntesis del problema clínico a la que apunta el diagnóstico homeopático, con una clara conciencia de que lo que busca es curar la enfermedad crónica en sus aspectos dinámicos verdaderamente causales, etiológicos, constitucionales, debida a la incapacidad de adaptación o anormalidad reactiva del individuo y no a la acción del germen, del virus o de alguna fuerza extraña incorporada en el organismo.

En el Parágrafo 7 Hahnemann dice:
“Ahora bien, como en una enfermedad, de la cual no haya causa excitante o sostenedora evidente, que remover (causa ocasional) no podemos percibir nada más que los síntomas deben (teniendo en cuenta la posibilidad de un miasma y las circunstancias accesorias) ser sólo ellos el medio por el cual la enfermedad pide e indica el remedio conveniente para aliviar; y aún más, la totalidad de los síntomas, de esta imagen reflejada al exterior de la esencia interior de la enfermedad, es decir, de la afección de la fuerza vital, debe ser el principal y único medio por el cual la enfermedad da a conocer el remedio que necesita, la sola cosa que determina la elección del remedio más apropiado y así, en una palabra, la totalidad de los síntomas debe ser la principal y verdaderamente única cosa de que el médico debe ocuparse en cada caso de enfermedad y removerla por medio de su arte, de modo que transforme en salud la enfermedad.”

Hahnemann previene contra el uso de tratamientos sintomáticos que suprimen transitoriamente un síntoma por medio de un antagonista proporcionando un alivio de corta duración y posteriormente una real agravación del enfermo.

La alteración interna de la fuerza vital, el desorden mórbido del dinamismo vital, representado por la totalidad de los síntomas es lo que debe ser removido por el médico que conoce lo que hay de curativo en los medicamentos.

A la totalidad de los síntomas característicos del paciente el médico deberá oponer la droga que posea ese mismo núcleo sintomático característico.

Suministrado el medicamento adecuado, se inicia un nuevo período en la historia biopatográfica del individuo. Se ponen en movimiento todos los síntomas mentales generales y locales manteniendo siempre su jerarquía como guías para informarnos de la evolución del proceso curativo de acuerdo a las leyes de la curación.

Solucionado el conflicto de adaptación, el trastorno profundo que mantiene a la persona esclava de sí misma, por la administración del simillimum no podrá haber otra condición posible, sino la salud.

EL SÍNDROME MÍNIMO DE VALOR MAXIMO

El diagnóstico del medicamento que determinará la primera prescripción debe ser el producto de un minucioso e inteligente examen de la biografía histórica del paciente que permita discernir claramente el síndrome característico que lo individualiza como persona que padece una perturbación de su dinamismo vital, que se expresa a través de sus síntomas, especialmente los que comprometen su afectividad, su voluntad y su inteligencia. Las perturbaciones mentales derivadas de estas tres instancias: afectividad, voluntad e inteligencia, determinan la estructura psíquica del ser humano y marcan la pauta esencial del cuadro biopatográfico con los síntomas y modalidades reactivas generales que completan la imagen psicofísica de la personalidad.

La comprensión de la biopatografía emocional y física del paciente, de su particular forma de responder a su latente angustia de soledad, la intencionalidad profunda de sus síntomas, conducirá al médico a la configuración de un cuadro característico integrado por síntomas determinativos que configuren un síndrome mínimo de valor máximo compuesto por aquellos síntomas que representen el conflicto básico y que correspondan a la personalidad profunda del enfermo, tanto en el aspecto mental como en el de las modalidades generales.

Este síndrome mínimo de valor máximo debe incluir aquellos síntomas que mejor reflejan el compromiso de los instintos básicos de la vida de relación, especialmente los que se refieren a la autoconservación y a la búsqueda de la felicidad por medio del afecto.

El síndrome mínimo de valor máximo debe incluir aquellos síntomas que representan la instancia que mantiene a la persona, esclava de sí misma, aislada en la angustiosa soledad del “yo egoísta” e impedida en su desenvolvimiento centrífugo y ascendente hacia el nosotros.

JERARQUIZACIÓN DEL CUADRO CLÍNICO
La jerarquización de los síntomas registrados en la historia clínica es un ordenamiento de los síntomas para integrar la totalidad sintomática característica e individualizadora del paciente.

Esta etapa de estudio del paciente, cuya meta es la individualización del enfermo sinónimo del diagnóstico del medicamento a utilizar, se realiza una vez, que el médico ha valorado, cada síntoma y signo obtenido en la historia clínica, y ha seleccionado aquellos síntomas y signos que teniendo por sí mismos un indudable valor, sean los más característicos, los que mejor definen al paciente desde todo punto de vista, es decir, de individualizarlo netamente, para que sea inconfundible con cualquier otro enfermo (Organón Parágrafo 153).

Esta ordenación de los signos y síntomas seleccionados para integrar la totalidad sintomática característica e individualizadora a comparar, se realiza asignándoles valores relativos, o sea, de acuerdo a la importancia que tiene cada uno dentro del síndrome de estudio. Rara vez un medicamento cubre todos los síntomas de la totalidad por lo que a veces la decisión entre dos medicamentos puede estar supeditada a la asignación de una mayor importancia a un síntoma u otro, es decir, a su mayor jerarquía en el conjunto.

En la jerarquización del cuadro clínico se considerarán en primer lugar los síntomas y signos mentales, luego los generales y por último los locales o particulares.

Cada una de estas categorías admite a su vez una ordenación. Los síntomas mentales como ya vimos se han separado en tres clases:
1.- Los relacionados con la afectividad.
2.- Los vinculados a la voluntad.
3.- Los del intelecto.

A continuación de los síntomas mentales vienen los síntomas generales, horarias y atmosféricas:
· Agravaciones y mejorías.
· Deseos y aversiones alimenticias.
· Lateralidad, periodicidad.
· Sensaciones generales.
· Consecuencias de noxas patógenas.
· Características constitucionales.
· Signos y síntomas menstruales.
· Hambre, sed, transpiración.
· Síntomas sexuales.

En último lugar, en la jerarquización quedan los síntomas particulares. En un mismo plano se ubican los elementos que los califican. Localización, sensación, modalidades, etiología, concomitantes. En la parte inferior de la escala figuran los signos físicos (llamativos, evidentes:
lengua geográfica, manchas blancas en las uñas, grietas en los ángulos de la boca, etc.).
En todas las categorías enunciadas tienen la máxima jerarquía los síntomas raros o peculiares, muchas veces ilógicos, absurdos, contradictorios, y los Key notes o síntomas claves de determinado medicamento, que a menudo, cuando hay dura puede inclinar la balanza hacia ese medicamento.

PARÁGRAFO 153
En esta búsqueda de un remedio homeopático específico, es decir, en esta comparación de los síntomas colectivos de la enfermedad natural con la lista de síntomas de los medicamentos conocidos, a fin de encontrar entre éstos un agente morbífico artificial que corresponda por semejanza a la enfermedad que haya que curar, debemos tener en cuenta principal y únicamente los signos y síntomas del caso patológico, más notables, singulares, extraordinarios y peculiares (característicos); porque estos son principalmente los que deben corresponder con los muy semejantes en la lista del medicamento elegido, para que éste constituya el más apropiado para realizar la curación. Los síntomas más generales e indefinidos, como la pérdida del apetito, cefalalgia, debilidad, sueño inquieto, malestar general, etc., merecen poca atención cuando presentan este carácter vago e indefinido y si no pueden describirse con más exactitud, pues en casi  todas las enfermedades y en casi todas las drogas, se observan síntomas de la misma naturaleza general.

PARÁGRAFO 154
Si el prototipo formado con la lista de síntomas del medicamento más apropiado posee los síntomas peculiares, extraordinarios singulares y notables (característicos) que se encuentran en gran número y con gran semejanza en la enfermedad que se trata de curar, este medicamento es el remedio homeopático específico más apropiado para este estado morboso; si la enfermedad no es de muy larga duración, será generalmente removida y extinguida, sin gran molestia, por la primera dosis del medicamento.